Ucrania e Israel en mi memoria

Elie Wiesel, sobreviviente del Holocausto y Premio Nobel de la Paz, durante su discurso de aceptación del Premio Nobel en 1986, dijo: “… la memoria de Auschwitz está en nuestras manos. Amenaza con convertirse en una carta que se juega, pero debemos recordar lo que sucedió allí. Porque si alguien hubiera dicho en 1945 que Auschwitz había sucedido en la historia de Europa, no se le habría creído. Y hoy hay tanto olvido y tanta ignorancia sobre Auschwitz. Por eso, para que el mundo no perezca una vez más en su propia indiferencia y en su propia impotencia, juramos recordar y no olvidar”.

Desde mi juventud, he abogado con aciertos y algunos infortunados desaciertos por la defensa y la promoción de la dignidad humana y los derechos humanos. En la tradición judeo-cristiana, la persona es “Imago Dei”, una criatura hecha a imagen y semejanza de Dios, por lo que su dignidad inalienable no debe ser jamás puesta en duda, y mucho menos, ser instrumentalizada al servicio del poder y las máquinas de la muerte. Kant diría con acierto que el ser humano no puede ser un medio, sino un fin en sí mismo.

Hoy, 10 de octubre de 2023, a pocos meses de finalizar este año, me parte el corazón de dolor el sufrimiento de Ucrania e Israel. Sobre la invasión rusa, tan premeditada, como no menos escandalosa y fuera de toda legalidad a la luz del derecho internacional, me he referido en anteriores artículos de opinión. Es trágico, ver pasar los días y las noches, con gente que se halla desolada por las muertes de niños, jóvenes y ancianos, por las ansias de dominio del usurpador de Crimea, que desató hace más de un año ya, una guerra absurda.

No con menor dolor, escribo estas líneas, cuando son apenas tres días del terrible atentado del grupo terrorista Hamás en suelo israelí. Y no existe dolor que paralice las manos de quien escribe. Me inunda una terrible indignación como habitante del mundo civilizado, pero al mismo tiempo un deseo de decirle a este mismo mundo que nuestra memoria colectiva puede más que la negación de los acontecimientos en Medio Oriente.

En efecto, el año 2023 será recordado también por el momento más infausto después del Holocausto para Israel, por el nivel de temeridad y agresión contra el pueblo judío. Nada calma el dolor de ver imágenes de jóvenes felices en una fiesta “rave” luego acribillados, leer sobre el hecho de niños asesinados, rehenes de distintas nacionalidades, y la calamidad que pesa sobre los familiares de todas las víctimas.

Mi deseo de paz universal es sincero y honesto. Hace bien Josep Borrel y una buena parte de la diplomacia europea, en aseverar que no sería justo poner cortapisas al mantenimiento vital de los ciudadanos, ni recortar la ayuda económica europea a Palestina, para no crear nuevos odios infundados o menoscabar aún más la ya penosa situación de Medio Oriente. 

Pero el año 2023, será recordado ya no por lo que vino después. Desde el 7 de octubre de 2023, yo también estoy de luto, sin ser judío. Quizás sí, por ser hijo de Dios. Pero antes que nada por ser un hombre que siente en el alma las desgracias de nuestra historia. 

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