Elecciones limpias en Bolivia el año 2025 debería ser la propuesta de la sociedad civil organizada, y para esto falta una norma que regule estrictamente el financiamiento de los partidos y agrupaciones políticas.
Hay quién dice que en la malograda democracia occidental, no gana el mejor ni el más votado; sino aquél que recibe un mayor emolumento de dinero. Las elecciones limpias no son solamente cristalinas, si no hay una pugna de poder que atienda el respeto y el pluralismo político que es propio de cualquier sociedad avanzada.
La corrupción, un tema tan venido a menos en Bolivia y muchas otras latitudes del mundo no debiera ser malentendida. La corrupción empieza – queramos o no – cuando empresarios, multimillonarios, o lobistas, gastan fortunas inmensas en campañas electorales.
Este asunto vapulea el concepto mismo de democracia, pues una falta de regulación en el financiamiento de los partidos y agrupaciones políticas, atenta contra las decisiones. Porque, ciertamente, las decisiones que toman los ciudadanos en buena medida se hallan persuadidas por los medios de comunicación no independientes, que a su vez son la moneda del día de organizaciones o personas físicas oscuras que subvencionan a los actores políticos.
En Bolivia se habla mucho de democracia y las formas de lucha contra la corrupción. Un primer paso es una normativa clara, y que no de lugar alguno a actividades que van contra la misma democracia.